Ayer asistí a
un acto en el Museo Geológico del Seminario de Barcelona, en el que
se celebraba su 150 aniversario.
La celebración
fue interesante y aquí te resumo mis impresiones.
Aunque el
asunto te parezca aburrido y empiece la entrada con una foto en
blanco y negro, no hagas como mi hijo pequeño, que cuando le ofrezco
ver una película que no es en color, la rechaza por sistema porque
es antigua.
Lo hizo hasta
que le ayudé a cambiar de idea viendo una película de indios de
John Wayne. Aunque no tenga el nivel, tómate esta entrada
como una película de indios.
Fue un día
fructífero. Tuve ocasión de aburrir con mi conversación al actual
rector del seminario, creo que es el tercero que conozco y aburro, lo
cual es comprensible, porque a pesar de regentar el lugar donde está
emplazado el museo, no son gente de ciencias, sino más bien de
letras.
Como en mi
vida profesional he sido contable de personas realmente relevantes de
la sociedad barcelonesa, capto enseguida el aburrimiento de mi
interlocutor, de modo que en cuanto resulta educado me esfumo, por lo
que mi conocimiento del rector se limitó a muy poco más de hola y
adiós. Así, más bien, debería decir, que lo vi.
Fue
suficiente, pues tenía el perro en casa y si lo dejo mucho tiempo
solo, se me orina en el parquet.
También tuve
ocasión de saludar a jóvenes, viejos conocidos de cuando estaba más
implicado con el museo y con la asociación de amigos del museo.
Como no, al
sabio Farrés de quien aprendí todo lo que sé de ignitas o huellas
fósiles y al amigo Adserá, un pozo de conocimiento sobre fósiles
en general, de los que ya he hablado en el blog.
También pude
saludar de nuevo al subdirector del museo, Francisco Carrasco, un
competente gestor y estudioso de la paleontología, que tuvo la
gentileza de invitarme a mí y a mi familia a la celebración.
Gracias.
La conferencia
a cargo de Enrique Aragonés, historiador del museo, me resultó
apasionante, pues me ayudó a completar el puzzle que tenía
sobre la historia del museo. Todavía me queda infinito por conocer
de esa institución, pero por lo menos he completado parte de mi
pequeño rompecabezas de la entidad, que me albergó durante 25 años
y tantos conocimientos me dio, de los que desgraciadamente, menos de
los que querría se han quedado en mi cabeza.
Espero que el
Museo la publique, por interés propio y ajeno.
El acto se
clausuró con cava y refresco que no consumí no por descortesía,
sino porque además de ser abstemio, no me gusta alterar mi
disciplina, bebiendo cuando tengo sed o comiendo cuando tengo hambre,
aunque creo que no había nada de comer.
Acabo para no
aburrirte, diciendo que no vi al doctor Calzada, director del museo,
porque mi querido amigo y mentor, está guardando reposo en la
residencia escolapia por problemas de salud.
Te dejo
algunos enlaces del blog relacionados con el museo.
Posdata a martes 23 de
diciembre de 2025.
Veo en los datos del blog, que este tema importa un pimiento a los lectores.
Pero ya hemos aceptado que el
blog no es una enciclopedia de animales, plantas y piedras, sino un
diario y pienso que la mayoría de los que accedéis aquí, lo hacéis
por el diario, puesto que para enciclopedia lo tenéis mucho mejor en
la Wikipedia.
No deseo acabar el año sin hacer un poco de
salseo naturalista en relación a este museo. Pero quiero ser muy
breve y tranquilos, el salseo va a ser sobre los materiales. no sobre las personas.
La última transformación
significativa del museo ha sido muy reciente y meramente cosmética;
se ha trasladado la sala cardenal Carles a la sala general.
Transporte laborioso pero no significativo.
Creé la sala cardenal Carles, siguiendo la instrucción de Jesús de dejad que los niños
se acerquen a mí y bajo el consejo que se expresa en el libro
Los cielos proclaman Tu gloria, editado por el Observatorio Vaticano.
En él se dice, que la Iglesia de trabajar en ciencia y ha de hacer que el mundo
vea que trabaja en la ciencia.
La idea de la sala cardenal Carles era
mostrar la ciencia a los niños desde la Iglesia y enseñarles que
ciencia y fe van de la mano.
Para eso, la sala cardenal Carles
tenía un diseño específico y una fórmula pedagógica muy
concreta, ambas enfocados a los niños y jóvenes.
Creo que siguen
existiendo los ejemplares de la sala Carles en la sala general, pero
el espíritu de la sala Carles ha desaparecido, porque la mudanza es muy
laboriosa, pero poco creativa.
En
su momento, el seminario me ofreció una subvención para
mejorar la sala Carles. No la utilice porque la sala no se
podía mejorar con dinero. Cumplía su función con su diseño y
contenido.
Decidí esperar a meditar, sobre lo que realmente necesitaba la sala Carles.
Todo se puede ampliar con dinero, pero no siempre las
ampliaciones mejoran el original.
La experiencia nos hace ver que
muchas veces las inversiones estropean lo que quieren arreglar.
El
Museo Geológico del seminario es una pieza museística excepcional
en Europa, por su contenido y por su antigüedad.
Y sobre todo porque
posee una información de la geología local que, ya he comentado, no
creo que haya otra geología en Europa, que tenga un museo específico
que la describa y que ese museo se haya elaborado durante 150 años
por mentes realmente privilegiadas.
Pero ya no es un museo creado para
que los niños y jóvenes se acerquen, aunque puede volver a serlo
porque hay muchos pasillos anexos con espacios muertos, que podrían
exponer ciencia en espacios diáfanos y luminosos, sin perder la
solera del contenedor.
El museo con ciento cincuenta años es todavía
un joven con gran capacidad de crecimiento. Tiene espacio. Hay que buscar creatividad.
Y mientras que crece, quizás debería buscar nuevas fórmulas para hacer que los niños y los jóvenes se acerquen a él.