 |
Sierra de Gredos, los Galayos. A la izquierda Felipe P. A la derecha, Pedro D. |
Veo que, entre que nos quedamos un día sin luz en España, la guerra de
Rusia y Ucrania y la de India contra Pakistán, se han puesto de moda los blogs
de supervivencia.
Por curiosidad, ojeo algunos vídeos sobre el tema y me
parece que la mayoría de ellos, están hechos por pijitos urbanos que han
leído demasiados libros de aventuras.
Lo entiendo, son vídeos hechos exclusivamente para
hacer dinero y molar. Son completamente inofensivos, salvo que uno se los tome
demasiado en serio.
Si nos creemos lo que dicen sus autores y lo ponemos
en práctica, veremos que nos salen unas mochilas que son tiendas chinas, de
todo a 100; incluso un pobrecillo bloguero, recomendaba llevar mantas térmicas para
taparte y ¡que no puedan detectarte drones provistos de cámaras térmicas! ¡Delirante!
Desde joven he practicado montaña, espeleología y he
navegado. Puedes distraerte mirando las entradas de este blog en las que hablo
de ello.
Siempre he llevado equipo de supervivencia, pero no
un supermercado.
Equipos muy básicos. Y son contadísimas las
ocasiones, en las que realmente he tenido que utilizarlos.
Una navaja o algo que corte, es esencial. Y una
cantimplora.
También lo son, una brújula y mapas de la zona o
cartas náuticas en su caso.
No hay salida en la que no los haya necesitado.
Un desinfectante para cualquier herida, unas tiritas
por si duele el zapato y una aspirina son interesantes. Ni el desinfectante ni
la aspirina los he utilizado nunca. Para desinfectar, agua y jabón. Las tiritas
sí las he utilizado.
Algo para hacer fuego, como un mechero o unas
cerillas, a las que enceraba las cabezas. Solo he utilizado mechero.
En la mar, anzuelo y sedal. En cuarenta años, por
necesidad, solo los he utilizado una vez. Podría haber pasado de ellos, pero mi
acompañante se empeñó en pescar. Podríamos no haber pescado, pues a nadie le
mata pasar un día sin comer.
También llevaba en el equipo de supervivencia, un profiláctico como cantimplora de
emergencia; recuerda, puedes pasar cuarenta días sin comer, pero no más de tres
sin beber. No lo necesité nunca.
Cuando me metía en cuevas o simas, además del equipo
preceptivo, portaba un alambre fino para limpiar la boquilla del carburero.
Y el puñetero Felipe, llevaba, ¡tabaco!
Siempre llevaba también un par de mantas térmicas,
que jamás utilicé. Nunca me tropecé con drones, … que sepa.
Y dinero, por si tenía que coger un autobús, un tren,
un taxi o tomar algo en algún sitio.
Dudo que ninguno de los blogueros de supervivencia,
hagan excursiones que duren más de un fin de semana sin tocar un lugar
civilizado.
Y para un mes de vacaciones, en un lugar civilizado
como nuestro entorno, no se necesita nada más. A veces ni cámara fotográfica.
Y nunca, hasta hace cuatro días, teléfono móvil.
Es distinto si se trata de excursiones
especializadas; nadie va a escalar sin el denso equipo de escalada o a esquiar
sin él equipo de frío y los esquíes.
Pero ese es otro cantar.
Para cualquier excursión, saco de dormir, funda de
vivac y capelina.
Yo, en verano o invierno, gorra o pasamontañas de
lana. Pero eso es cosa mía.
Con eso puedes dar la vuelta al mundo a pie. Y si le
quieres darla en bicicleta, necesitas además la bicicleta.
Me he pasado la vida haciendo tonterías por tierra y
mar y no recuerdo haber necesitado nada más de lo descrito y por descontado, nada de los mil artilugios que parecen ser imprescindibles en los blogs de
supervivencia.
Y es que antes no había YouTube ni tiendas de
supervivencia.
Mi primer equipo de supervivencia lo diseñé para
montaña, con Javier A. Y el de espeleología con Felipe P.
Hoy, con teléfonos móviles y equipos GPS, los equipos
de supervivencia son equipos pseudo aventura.
Al poco de iniciarme en la navegación apareció el GPS, con lo que no tardé un minuto en arrinconar el sextante. Pero nunca dejé el
compás y la carta náutica.
Hoy seguiría llevando, en montaña, brújula y
mapa.