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viernes, 9 de mayo de 2025

El canal de Corinto.

Perspectiva del canal de Corinto. Foto: Antonio Asensi.
Puentes sobre el canal de Corinto, para el paso de carreteras.
A duras penas pasamos por el canal de Corinto. Foto: Antonio Asensi.
El canal de Corinto.

Creo que ya he dicho, que el capricho de conocer en vivo el Canal de Corinto, me venía de muy joven. Quizá me extienda más en esto, en otro momento aunque sea redundando, si no estoy redundando ya.

Hacer real un sueño, suele ser lento y caro por simple que sea el sueño. Salvo que sea un sueño trivial y anodino.

Cualquier otro sueño común a los mortales de nuestro entorno, como visitar la torre Eiffel, la torre Inclinada de Pisa,  la Sagrada Familia o visitar China, suele salir caro, salvo que vivas al lado, en cuyo caso, ya no es un sueño, porque pasas cada día por delante.

El Canal de Corinto, no está cerca ni lejos. Solo es inaccesible para el turismo de masas, porque los barcos que se dedican a ese turismo no caben.

En fin, que tuve que buscar mucho y ahorrar un poco. Quizás si estás dispuesto a hacer muchas filigranas o vas de mochilero, te sea más accesible.

La cuestión es que elegí y elegí muy bien.

Pero el canal me decepcionó. No sé por qué, relacionaba el canal con los arquitectos romanos, griegos y egipcios. Todo está en el mismo barrio.

Pero no, ese canal fue obra de labriegos. Está cortado a base de pico y pala.

Lo conocía de sobras por fotografías y vídeos, pero quise irme con un lavado de cerebro, partiendo de cero.

Las paredes del canal no tienen mármoles, ni losas, ni columnas, ni gárgolas, ni estatuas. Son paredes de tierra y roca vista, sin adornos.

El único mérito, es que es un tajo descomunal. Lo que ya es mucho.

Pero le faltan unas cortinitas o unas guirnaldas que resalten el trabajo.

Más ancho hubiera quedado hortera, porque parecería que no cuesta nada hacer el corte. Más estrecho hubiera sido inútil y se habría notado más la monotonía.

Todavía a día de hoy, me estoy pensando si tiré el dinero y si no lo hubiera aprovechado mejor, haciendo un safari fotográfico en Kenia o visitando las islas griegas en un transatlántico de tres mil pasajeros.

No, creo que salvando los aviones de ida y vuelta a Venecia, lo que realmente valió la pena, fue el barco y las singladuras por la antigua Yugoslavia.

Las horas de estancia en Venecia fueron una aventura de Indiana Jones. La yincana por Venecia y el maravilloso barco, que nos acogió como si estuviéramos en casa.

¡Ah!, me olvidaba. Y el canal de Corinto.

¿Volvería? Al canal y a Venecia, no lo sé. Al barco sí.

Puente de carretera, sobre el canal de Corinto.


Corinto barco mercante.





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