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Cipreses. |
The other day, me encontré con esta foto obtenida por Angélica Regidor, en la que se ven una serie de cipreses.
Me parece que sé dónde está sacada, pero no le
comenté nada, pues soy de poco hablar y de poco escribir, salvo cuando me da la
vena y entonces resulto insoportable.
Si hubiera estado locuaz, le habría dicho que hace
cuarenta o cincuenta años, leí que en las masías catalanas y en las posadas
castellanas, se plantaban cipreses, que indicaban desde lejos, el grado de
disponibilidad o de hospitalidad de la posada.
Si en tu viaje que solía ser duro, te encontrabas que
tenían sembrado un ciprés, te indicaba que podían ofrecerte agua.
Si eran dos los cipreses que habían plantado, te
estaban ofreciendo agua y comida.
Si eran tres, además hospedaje. La vida era dura y solo
el hecho de que tuvieran la posibilidad de ofrecerte eso era ya mucho.
Muy probablemente, el ofrecimiento sería a cambio de
nada o a cambio de lo que pudieras dar. No lo tengo claro, pero me huele a que
era una oferta gratuita.
No creo que cobraran a un visitante ocasional un
vaso de agua, un plato de garbanzos o un rincón en el pajar en el que tumbarse,
para echar un sueño.
Los cipreses de la foto no son el caso.
Porque la foto es moderna y aunque los cipreses
siguen siendo árboles, los hombres ya se han deshumanizado.
Sigue habiendo cipreses, pero ya no hay
hospitalidad.
Los cipreses de la foto son probablemente para
protegerse del viento. No para ofrecer. No le comenté nada de esto a Angélica.
Pero si el blog me sobrevive, ya lo leerá.
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