Le Bougainvile. A la izquierda, la señora Regidor. A la derecha, la señora Smith, recargando el termo para las excursiones, con el agua ilimitada de la depuradora. |
Le Bougainvile. Preparando meticulosamente uno de los salones. Al fondo, la toldilla, otro espacio para refrigerios, pero al aire libre. |
A estas alturas del crucero, me empieza a tocar las
narices comer y beber a destajo.
Es cierto que como poco y bebo menos y sólo agua y
zumos.
Pero también es cierto, que muchos pocos hacen un
mucho.
A eso, hay que sumar el aire acondicionado.
Pasamos de los 40 grados centígrados a un lado de la
puerta a unos 17 grados centígrados al otro lado.
Eso no puede ser bueno.
Llevo dos días en los que voy por el barco con
sombrero y chaqueta. Ayer visité la enfermería.
Pronto empezaré a pensar, que preferiría ver todo esto
en los calendarios de cocina.
Viajar, empieza a parecerme una antigualla con
raíces en el siglo pasado.
Hoy, para ver cómodo y seguro un paisaje o una
ciudad, nada mejor que un reportaje, visto derribado en el sofá, con unas
palomitas y un refresco a mano.
El wc de aquí es magnífico y está muy limpio.
No, limpísimo y lo tienen al día.
Pero no hay bidé y qué es un palacio sin bidé?
En esta tesitura pasan los días en un crucero.
Comida, bebida, fiestas, que organiza la empresa
para distraer al pasaje y excursiones a lugares de interés en el camino.
Iré matizando en lo sucesivo, pero aquí voy a ser
muy conciso, pues ya está Wikipedia para hacerme el trabajo de becario.
Del comercio y del bebercio ya he hablado.
Alguna fiesta. Pero contada.
Conferencias interesantes en inglés, dictadas por
gente inteligente.
Actuaciones en directo, de calidad.
Y tiempo para pensar.
Le Bougainvile, lavamanos y ducha. |
Lavamanos, imprescindible a todas horas. |
Ducha, para los que están sucios. |
Le Bougainvile. Vestidor. |
Puesta de sol desde Le Bougainvile. |
Ocaso. Pequeña piscina termal iluminada. |
Cualquier momento es bueno para un postre. |
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