Equus africanus asinus. |
En mi tiempo de funcionario procuraba, cada dos
años, cambiar de destino.
Era cómodo haber adquirido las capacidades para
desempeñar el nuevo trabajo, pero me aburría.
Nunca acepté los destinos que me proponían, pues eran de carácter político y soy rebelde para someterme a disciplinas de ese tipo. Eso molestaba a mis jefes, pero nunca me importaron mis jefes.
Trabajaba
para mi comunidad, no para ellos.
Elegía siempre destinos que salían a concurso, que
siempre ganaba, pues mi expediente de méritos estaba sobrado.
Lo mismo me pasa en la vida. Me aburre.
Pero cada vez tengo menos donde elegir porque mi
expediente se va quedando sin páginas; en un mundo tan loco como el de hoy nada
valen los méritos del pasado y el presente no te da tiempo ni ocasión de
adquirir nuevos méritos.
Si fuera un león, una zarigüeya o una cucaracha, no
tendría ese problema.
Pero al ser racional llevo esa carga.
Me aburro.
Por lo que voy a buscar nuevos horizontes.
Seguiré con el blog como cordón umbilical.
Por cierto si eres un niño y estás leyendo esto,
debo decirte que un niño bien educado no dice mea burro, sino pipí caballito.
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