Granate melanita. Murcia. |
Puñetera conciencia.
No me he podido quedar con el amarillo del narciso y
he acabado con el negro de este granate.
Quedo tranquilo.
Es lo propio del día.
El amarillo del narciso, se refiere a esta entrada y su postdata.
Granate melanita. Murcia. |
Puñetera conciencia.
No me he podido quedar con el amarillo del narciso y
he acabado con el negro de este granate.
Quedo tranquilo.
Es lo propio del día.
El amarillo del narciso, se refiere a esta entrada y su postdata.
Una sepia triste y despersonalizada, me mira desde
su lecho de hielo, preguntándome; ¿tu quoque, fili mi? No, un servidor
no, sepia anónima, que solo vales tu precio.
Los que te venden, han de anunciar tu nombre y tu origen.
Pero aquí solo ponen tu precio. ¿Es caro o barato?
Pues no lo sé, depende de cómo te llames y de donde
vengas.
Pero no te sientas discriminada.
Los mismos que te venden a ti venden, carne humana
sin decir su nombre ni su origen.
Ni su precio de venta, porque la venden en subastas
públicas y secretas.
Públicas porque son al mejor postor y secretas
porque se hacen a escondidas.
No amiga sepia;
Ego sum solus testis.
Retama blanca, Retama monosperma, flor. Foto: Antonio Asensi. |
Retama monosperma, fruto. |
Retama monosperma, aspecto general de la planta florida. |
Hoy me he desfondado.
Hace semanas que vengo fotografiando una retama que
crece cerca de casa y que ha florecido.
Le pedí a Antonio que me hiciera unas fotos de las
flores, con lo que he acabado de fotografiar todo el ciclo.
Tengo la planta insípida, el fruto y la flor.
Con todo eso había pensado realizar una entrada
documentada con esas imágenes.
Pero claro, como estamos en semana santa y
probablemente habrá visitantes creyentes, no creyentes y medio pensionistas, se
me ha ocurrido relacionar la retama con la Biblia.
La retama es una planta triste pero útil, de manera
que la Biblia la cita más por sus propiedades que por su belleza, que es poca
o mucha, pero que pasa inadvertida a un observador
ocasional.
Habla de sus propiedades de arder fácilmente, con lo
que en el desierto debía ser la mejor leña, si no la única y de su utilidad como escoba.
Aunque no relaciona estas propiedades con el nombre
de retama. Aunque sí cita retama a secas en un par de ocasiones.
Bueno parecía que la entrada ya estaba hilvanada.
Pero no. La retama que te traigo no sé si es la retama judía.
Quizá por eso no la citen por su belleza cuando está florida.
La retama que cita la Biblia es probablemente otra
retama común en el medio oriente.
Por eso, cuando daba la entrada por acabada, he visto que no estaba ni mediada.
Debía averiguar, cuál es la retama que prolifera hoy
en Galilea y ver si es la misma que proliferaba hace dos mil años en ese mismo
lugar.
Y ahí es donde me he desfondado.
No tengo ánimos para realizar ese ejercicio, pero
quizás tú sí que los tengas.
He utilizado la versión de la Biblia que aparece en
la página del Vaticano.
Está en español argentino y no sé si eso puede
afectar al término "retama".
He encontrado información práctica en Jeremías, 17.6-8 y 48.6 (matorral), en Isaías, 14.23 (escoba), en Reyes, 1, 19, 4-5, en Job 30.4 y en Salmos, 120. (s.e.u.o.)
Perdona si yerro, pero es que no soy del oficio.
Si te atreves, puedes acabar lo que yo me he
rendido.
Si lo consigues, me gustaría saber más.
En absoluto quiero condicionarte lo más
mínimo.
Te dejo con mi entrada fracasada.
Escribía esto el día de mi santo, san José, pero no lo he podido subir hasta hoy. No importa porque no tiene actualidad. Es algo congénito.
Pero hoy es un día importante
para mí.
Un día casi místico; he conseguido hablar con la
persona que recoge los recados a la médica que me tiene asignada la seguridad social.
La oigo un par de veces al año. Me llama y me
pregunta; ¿qué tal va todo José María?
Muy bien, le contesto siempre, para no estresarla, por los pocos minutos que tiene de visita.
Pues nada, me contesta
agradecida; hasta dentro de seis meses.
Adiós, me dice.
Adiós, le contesto.
Como no se enteró de mi penúltimo ingreso en
urgencias, hoy la he llamado para que se entere del último.
¡Y he conseguido dejarle el recado!
Quizás, porque es el día de mi santo, mi patrono me
ha echado una mano.
O quizás, porque la seguridad social tiene anotadas
las onomásticas de sus pacientes y esos días los trata bien.
Me recuerda, cuando en la república, los maestros
pasaban por las clases de los críos, diciéndoles que pidieran caramelos a Dios y
a Stalin.
Los que pedían caramelos a Dios, no recibían nada.
Los que se los pedían Stalin, los recibían.
La conclusión era clara, Dios no existe, Stalin sí.
Esto me crea un problema. ¿A quién debo agradecer
que me hayan atendido en la seguridad social?
¿A san José o a Pedro Sánchez?
Postdata, mi patrón no debe ser muy influyente en la administración catalana.
Hasta hoy, no he tenido respuesta de la médica.
O a lo mejor, es que Sánchez es gafe para terceros.
Los niños de la república lo tenían más fácil.
Dr. Sebastián Calzada, escolapio. |
En estas últimas semanas, he tenido ocasión de
hablar con personas a las que, entre otras cosas, nos unía la relación con un
nonagenario bueno y sabio; el Dr. en geología y teólogo, padre Sebastián
Calzada, hasta hace nada y menos, director del museo geológico del seminario de Barcelona.
Hacía tiempo que no veía al anciano de noventa y dos
años, pero en estos días he tenido ocasión de hablar con él un par de veces.
Antes había hablado con las personas que cito y
todas me habían dicho que estaba mal.
Si no conociera la naturaleza humana, me hubiera sorprendido al verlo.
Con sus 92 años, acudió puntualmente a la
cita, a la que vino y se fue en metro.
No usa bastón, se orienta perfectamente, me
reconoció enseguida, echamos unas risas y estuvimos hablando de nuestras cosas,
que él recordaba perfectamente, si bien con algunas lagunas que achicaba
perfectamente en cuanto se lo recordaba.
Lo encontré como una persona perfectamente válida
para la convivencia normal con personas de nivel intelectual alto o normal,
incluso conmigo.
Naturalmente, no para realizar una actividad
laboral, pero si para aconsejar y opinar sobre cuestiones técnicas y humanas.
Mis interlocutores me habían dicho que ya no es lo
que era...
A la vista de mis encuentros, mis interlocutores
estaban en baja forma o dislocados.
¡Claro que ya no es lo que era!
¡Si era una eminencia!
Y ahora, con, su merma, sigue dando mil vueltas a
los que le achacan tanto achaque.
No me sorprendió.
Cuando en mi etapa profesional en el
ayuntamiento de Barcelona, Pascual Maragall, el buen alcalde de la ciudad, me
encomendó la tarea de gestionar asuntos de disminuidos físicos y psíquicos, me encontré con una fauna de cretinos a los que les daban mucho
apuro, los paralíticos cerebrales, a los que tachaban, naturalmente en voz baja
porque no era políticamente correcto, de subnormales profundos.
Me costó mucho hacerles entender, porque eran muchos
a los que había que convencer, que en absoluto ocurría eso. Que el paralítico
cerebral no controla sus movimientos, pero intelectualmente es como cualquier
otra persona sin esa afección.
Y ahora me toca convencer a personas presuntamente
normales, que la ancianidad merma fuerzas e inhabilita algunas funciones
intelectuales y físicas pero, salvo que haya algún otro problema, el viejo no
es un disminuido psíquico, es simplemente, un viejo.
Un viejo, que pasa de hacer
jornadas de diez horas para tener méritos delante de su jefe, porque ya no es
idiota y que pasa de hacer determinados trabajos intelectuales o físicos,
porque ya no tiene las energías necesarias.
De ahí a que sea un inútil, hay un mundo.
Y hablo con autoridad en este tema concreto, porque
soy protagonista de una situación análoga.
Ya he comentado y aunque no lo hubiera hecho, quien
no lo tenga presente ha de hacérselo mirar, que disfruto de una disminución que acarreo desde niño, a la que se han sumado, a lo largo de mi vida, otras.
La medicación que tomo es agresiva y me afecta
haciéndome lento de reflejos, al hablar y al obrar.
Por eso prefiero escribir.
Y me he dado cuenta que muchas de las personas
presuntamente normales que me rodean, me toman por disminuido psíquico o algo
semejante.
Si a ello sumamos mi edad, (probablemente tenga más
tiempo por delante que el de muchos que me rodean, pues una de las cosas
maravillosas de esta vida es la incertidumbre de la muerte), más de uno llegará
a la conclusión de que quizás saliera más barato a la sociedad el quitarme de
en medio.
Esa es la moda de la filosofía de la vida hoy, que presagia mal futuro a los jóvenes.
Porque para una empresa guay, una persona de
treinta años es ya una persona mayor y busca edades más cortas, con mucha
experiencia, lo que es un absurdo.
Como es absurda toda esta sociedad decadente, que
espero tener pronto la satisfacción de dejar.
Tranquilos que ese pronto pueden ser veinte años.
O más.
O unas horas.
En definitiva, que mi preceptor maestro y amigo no está tan mal, sino que lleva el ritmo natural de la vida.
Una vida de sabiduría
y trabajo.
Probablemente, algún lector desorientado pensará; que
mal tratan los curas a los colegas sabios de su entorno.
Pues no, despistado lector, pues tu escaso
conocimiento de la iglesia es lo que te ha llevado a esa mala conclusión.
Entre las personas que cito al principio, ninguna
era del gremio.
No he oído a ningún miembro de la iglesia, concretamente del seminario, decir una sola palabra negativa sobre la persona en cuestión. Ni una opinión velada o indirecta, a su capacidad o estado de salud.
Solo he oído comentarios de colaboradores seglares
que aportan generosamente su trabajo y sus opiniones pusilánimes, al museo.
El padre escolapio Sebastián Calzada, hombre sabio y
prudente, hasta hace poco, director del museo geológico del seminario de
Barcelona, sigue siendo un hombre sabio bueno y prudente, pero siguiendo la
magnífica ley natural, además, viejo.
Lleva su vejez con la dignidad con que la suelen llevar,
los hombres viejos, consagrados al servicio de Dios.
Y muchos otros hombres, que viven y mueren con la dignidad
de nuestra especie.
Flor de queso. Foto: María Asensi. |
El otro día, María me recomendó este queso.
Un manjar exquisito para acompañarlo de buen pan.
Es flor por la forma, no por la variedad.
Debo averiguar qué tipo de queso es.
Pero lo cierto
es que el corte debe hacer mucho.
Es caro. Este trocito, cinco euros en un super
de Barcelona.
Sólo para probarlo en ocasiones que lo merezcan.