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viernes, 24 de marzo de 2023

El oasis de la naturaleza.

 

Icerya purchasi, pulgón cochinilla acanalada.

El hábito no hace al monje.

Me mola este insecto australiano, hoy accidentalmente cosmopolita.

Todo blanquito, afelpadito y pausado, da la impresión de no haberse comido un rosco.

Pero es más malo que la quina.

Es una plaga para muchos frutales y encima induce a que otros insectos sean plaga.

Porque además, como otros pulgones, segrega una sustancia edulcorada que atrae a más indeseables.

Casi parece una personita.

Además, estoy un poco cansado de la sociedad en la que me encuentro.

Acostumbrado a una estabilidad en mis valores y gustos, me marea el ritmo convulso de discoteca en el que vive la sociedad actual. No toda, que no la conozco, pero sí la del primer mundo en el que vivo.

He procurado pasar toda mi vida lo más apartado posible del ruido, pero manteniendo las indudables ventajas que tiene el vivir en una sociedad civilizada.

Sin embargo, estamos entrando en un extremo que no he conocido hasta ahora.

Parece que todos se han vuelto locos, buscando un no sé qué.

Con tanta vorágine se corre el riesgo de perder las referencias.

La política, desde luego no es referencia de nada, pues cada uno piensa de una forma hoy y de la contraria mañana, manteniendo las mismas siglas, o no.

Más de lo mismo ocurre con la religión.

Han estado dos mil años tranquilos y justo ahora me toca a mí el lío.

Bueno ha habido un par más de líos históricos, pero entonces no te enterabas si no vivías al lado.

Lo único que se mantiene estable es lo que el hombre va dejando de la naturaleza.

El macho se cruza con la hembra y tienen descendencia y así hasta que se los comen.

Cae la semilla y crece el árbol verde y hacia arriba.

Así hasta que lo talan.

Vuela el murciélago comiendo insectos, hasta que los insecticidas lo intoxican.

Y aunque acaben mal macho y hembra, siguen buscando descendencia, el árbol sigue intentando crecer y el murciélago sigue comiendo insectos.

Para mí esa estabilidad es una buena referencia.

Ese es mi aliento.

Por eso sigo sacando en este blog, un día un bicho, otro día una planta y otro una piedra.

Me dirás ¿qué sentido tiene eso?

Es un recordatorio de que la naturaleza es el espejo en el que nos hemos de mirar, para mantenernos cuerdos.

No importa lo que pase, el animal se procrea, el árbol crece y el murciélago come.

Y el hombre en su condición de racional, además razona.

Aunque no tengo muy claro qué es eso de la razón, porque si es lo que me viene de pronto a la cabeza, empiezo a no entender que es eso de racional.


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