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jueves, 28 de abril de 2022

Viento que pasa sin dejar huella.

 

A veces envidio la monotonía del viento.

En un paseo por los pantalanes de un puerto, puerta de la Costa Brava catalana, me senté un buen rato a ver como el insistente viento acariciaba, sin dejar huella, la lona de un barco amarrado.

Me pareció mucho trabajo, el del viento, para tan poco consuelo.

Pasé demasiado tiempo contemplando esta imagen, mientras pensaba que este viento de verano, como el agua del rio, mudaba constantemente el paisaje sin mudarlo.

Mucho trabajo para tan poca apariencia.

Nos pasa a menudo a los humanos, que nos empeñamos en laboriosos y largos proyectos, que aparentemente no dejan huella.

Pero no es así.

En el río, el paso del agua redondea los cantos del fondo.

Y la lona no será la misma después de haber sido agitada, durante días, por el viento del Sur.

Como la educación de un hijo.

O como el mantenimiento de este blog y los canales de YouTube relacionados.

laboriosos y largos proyectos, que aparentemente no dejan huella


Si quieres ver unas imágenes, para relax de los sentidos, que te he subido a YouTube, relacionadas con este viento de verano, pulsa aquí.


Postdata a 10/01/2024.

Esta mañana temprano, me ha despertado una de mis compañeras de piso y aburrido, he dado en pensar en el blog, viniéndome a la mente el video; Para relajar los sentidos, viento. que pasa sin dejar huella.

He pensado, ¿porqué gravé semejante tontería?

Creo que hoy, en el duermevela, lo he entendido.

A menudo me enfrasco en el trabajo y pierdo la noción del tiempo.

No computo el tiempo, pero mi cerebro está activo, trabajando en el aprendizaje.

Es algo muy común, a veces rayando en lo cómico; Javier A., uno de mis compañeros de escalada, se quedaba dormido o ensimismado en los puntos de reunión y me daba cuenta de ello cuando la cuerda de seguro hacía demasiada barriga; ¡Javier recupera!, le gritaba a cuanto daban mis pulmones.

A veces me ocurren ausencias, que vienen a ser lo mismo, pero distinto; oigo, veo y entiendo, pero no siento… Nada me induce a interesarme por lo que veo u oigo. Ni me interesa ni me importa. No soy consciente de que pase el tiempo.

Creo que esto, siendo menos frecuente, también es común.

Ese día del barco, me enfrasqué en un objeto que me inspiraba el paso del tiempo, sin moverse ni cambiar en lo esencial.

El viento era el testimonio invisible del paso del tiempo invisible.

Me pareció muy didáctico.

No sé cuánto tiempo estuve allí.

Por fin he quedado tranquilo, encontrando una respuesta razonable, de porqué rodé una escena tan insulsa.



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