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jueves, 7 de abril de 2022

Kumato. Tomate.

 

Kumatos (variedad de tomate).

Esto que te represento arriba son kumatos, una variedad del tomate.

La veo a menudo en las tiendas y la he probado.

De hecho, los que ves arriba acabaron en mi panza, con aceite y pan.

Son buenos, aunque quizás encontré la piel un poco dura. Pero el sabor era bueno.

Está bueno el kumato.

Pero no es como el tomate que criaba en Almería, en mi secarral de Fernán Pérez. Eso sí eran tomates. No los he comido igual.

En aquel desierto pedregoso, criaba también unos guisantes como no los he probado igual.

Y habas.

Cuando era un niño, mi madrastra me decía a menudo; eres más tonto que una mata de habas.

Quizás esas plantas rengan una apariencia tonta, pero sus frutos, los de mis plantas eran deliciosos. Comida de reyes.

Cuidaba mucho mi tierra. En el pueblo me llamaban el catalán y creían que estaba loco porque labraba mi tierra en plena solana.

Una tierra de secano blanca, caliza, pedregosa, sobre la que tenía que pasar varias veces por el mismo lugar el motocultor, para que empezara a hacer mella en la corteza de la tierra.

Luego, cuando miraba atrás y la veía removida, me daba una entrañable sensación de triunfo.

Creían que estaba loco. Y quizás lo estaba, pero me querían, como yo los quería a ellos. Mucho.

Mis tomates sí estaban buenos. Se olían y su presencia y alegraba la vista.

Su carne era compacta, con textura de gelatina, no arenosa.

La piel, ni se notaba y cuando los mordías su olor se mezclaba con su sabor, de forma que los comías con todos los sentidos.

El kumato está bien, pero no es lo mismo.

Algunos lo consideran un transgénico, por lo que debe de estar prohibida su venta en algunos países europeos como Francia o Alemania.

El Kumato está bueno. Y aunque quepa la posibilidad de que mate a largo plazo, a mí me da lo mismo, porque el largo plazo ya está fuera de mi vocabulario.

Lo único que realmente me ha molestado del kumato, es que me ha traído a la memoria mis tomates de Fernán Pérez.

Y esos, como las golondrinas, no volverán.


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