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sábado, 9 de abril de 2022

Lección básica de etología humana: La imprudencia de creer en Dios.

 

Foto: Libre en Internet.

Creer en Dios es una opción básica del hombre racional y libre.

Por regla general las personas con las que nos tropezamos suelen ser racionales y quizás, libres.

Creo que dentro de la racionalidad está la creencia en un principio creador. Lo he comentado en otros lugares de este blog.

Pero, así como veo racional la creencia en un ser inteligente superior que ha creado el mundo, creo que entra en otro nivel de discusión, determinar el nombre de ese ser superior.

Por descontado que, siguiendo el mismo criterio de racionalidad, quedan descartadas las creencias politeístas y aquellas que puedan relegar la naturaleza de ese ser superior, a algo práctico o material. Eso y nada es lo mismo.

Creo que hasta aquí todos estaremos de acuerdo, pues son muy pocos y elementales los pilares de este planteamiento.

Pero en cuanto ponemos nombre a ese ser superior, todo adquiere una complejidad enorme.

Porque al nombre le sigue la doctrina y a la doctrina los adoctrinados.

Cada vez que damos un nuevo paso en el conocimiento de ese ser superior, vamos comprometiendo más de nuestra mente libre, de nuestra libertad.

A medida que vamos avanzando en la búsqueda de la verdad, nos vamos alejando de aquel principio elemental, indiscutible y al parecer inofensivo, de si existe o no existe un ser creador, para irnos adentrando en el territorio de las religiones consolidadas.

Estas suelen ser una intrincada maraña de creencias y preceptos, que superan con mucho la capacidad intelectual de una persona normal, hasta el punto de que debe de aparecer la profesión de teólogo, que es quien explica lo incomprensible para una mente media, que ha optado por creer en la existencia de un ser creador.

En el camino de la búsqueda de un ser superior infinito por seres finitos, se van colgando de la idea esencial razonamientos, a veces extraordinariamente complejos, alejados de cualquier mente mediana.

Por eso las sociedades humanas, impacientes por conocer, se van alejando de esas complejas marañas de ideas y se van volviendo agnósticas, pues las parafernalias de lo que ven, ofuscan la esencia de lo que buscan.

Y el agnosticismo es el inicio del fácil camino a la irracionalidad.

Creo que al hombre le sigue interesando lo trascendente, pero lo que ocurre es que le abruma lo que sus semejantes especializados en el tema, han construido.

Por eso ha sobrevivido el cristianismo, porque al margen de las complejas estructuras que han edificado las partes más ociosas y bien pensante del sistema, alguien se ha ocupado en mantener y de dejar clara la norma esencial.

Ésta es muy simple y está al alcance de cualquiera que rumie un mínimo sus pensamientos.

¿Cuál es esa norma esencial del cristianismo?

Está resumida en los Diez Mandamientos, según dice la Historia y la Tradición, entregados por ese ser superior a Moisés.

Suena a colegio y efectivamente tienen el encanto de la supina sencillez.

Son la espina dorsal de la doctrina cristiana y están basados en la Ley Natural, que todos los racionales llevamos grabada y por lo tanto podemos entender aún sin estudiarla.

Estoy hablando de etología humana, no de teología ni de nada aparecido. Lo digo para los que ya estén preparando las cerillas para la hoguera.

Es decir, si alguien quiere estudiar sobre el futuro de las religiones debe profundizar antes en el conocimiento de la naturaleza humana. Y concretamente en el conocimiento del hombre de hoy que, desgraciadamente, o no, no es el mismo que el hombre griego o romano de la antigüedad.

Las religiones monoteístas son buenas y en el mejor de los casos alguna de ellas será la única cierta, pero quizás no dejen de ser una utopía.

Y como tal algo inalcanzable, algo por lo que tenemos que luchar, pero por lo que no debemos desesperar si no lo alcanzamos.

… Me he alejado del título y vuelvo a él.

La búsqueda de la verdad tiene su precio y cuánto más nos acercamos a ella, más nos complicamos la vida y más comprometemos nuestra libertad cierta, por una verdad especulativa. ... Si es cierto que nuestra libertad es cierta, sin el compromiso de buscar la verdad.

Quizás haya que pensar, en volver a los orígenes de los que tanto nos hemos alejado, guardando lo esencial, pero despojándonos del bagaje inútil que hemos ido atesorando en esta larga aventura de la vida.

¿Bagaje inútil?

El hombre ha evolucionado físicamente en su forma material.

De eso tenemos conciencia y algunos datos que nos ofrece la controvertida y creo que aún inacabada teoría de la evolución.

Pero nada nos ha interesado de lo que nos dice sobre la evolución de la conciencia.

¿No será todo ese bagaje inútil, restos arqueológicos de la evolución de la conciencia, que están esperando a ser interpretados?


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