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lunes, 5 de julio de 2021

Un barco bonito: Formosa 75.

Formosa 75.


Formosa 75. Espejo de popa.
Formosa 75. Espejo de popa.

Hoy te traigo un barco de madera, forrado hace veinte años, con una muy gruesa capa de fibra de vidrio.

Su propietario es holandés y vive en Barcelona.

Cuando, en los años ochenta, restauré el barco escuela CRIS 1, mi primera intención fue forrarlo de fibra de vidrio.

Pero entonces no se tenía por la mano esa técnica y los sabios del momento me lo desaconsejaron porque, decían, al no poder respirar, la madera se pudriría.

Y no lo forré de fibra. Creo que hice bien.

Primero porque era un barco que llevaba casi cien años en la mar y secar cien años de navegación hubiera sido imposible.

Segundo, porque para que fuera eficaz e impermeable la fibra, hubiera necesitado un grueso para mí prohibitivo económicamente.

Y tercero porque entonces no había mano de obra cualificada para esa tarea.

Repito, creo que hice bien.

Pero este barco es distinto.

Es más joven y se hizo todo de nuevo, en su momento.

Lleva toda la tecnología náutica digital actual.

Está construido en Malasia.

Su dueño lo armó con la intención de dar la vuelta al mundo, pero su límite fueron las Islas Canarias.

Todos hemos soñado con eso, pero pocos han logrado materializar el sueño.

Está equipado con muchas luces arriba y abajo del agua y lo utilizaban en Ibiza como barco de juerga; tiene un equipo de sonido como el de una discoteca.

El actual propietario lleva veinte y dos años trabajando en él.

En el barco y en la discoteca.

Todo el interior es de lujo y elevaron la cubierta porque el propietario mide dos metros y no cabía con la anterior.

Ahora sale poco. El propietario, septuagenario, parece que ha perdido la ilusión.

Quizás abrumado por el coste de mantenimiento y la sensación de haber perdido juventud.

Es la historia de muchos de esos barcos.

He conocido bellezas con esa misma historia, aunque con mayor alcance, al haberse dedicado a navegar en lugar de a ser sede de fiestas.

Animo al propietario holandés del barco, a acabar la apreciable vida que tiene por delante, dejándose de tonterías vanas y siendo un Holandés errante, que navega por sana aventura, en busca de elevar su espíritu con los valores de austeridad y silencio que el mar ofrece.

En lugar de intentar llevar la miseria de una vida laxa y ruidosa a un ambiente que es templo de lo contrario.

A la larga, la Naturaleza, con sus valores trascendentes, siempre gana.


Si quieres saber más sobre el barco escuela CRIS 1, pulsa aquí.


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