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La V-13, en el varadero del puerto de Barcelona. |
Ya había visto en el puerto de Barcelona, en el
muelle de San Sebastián, la embarcación V-13, que mucho después sería
el, CRIS 1.
Pero ese día paseaba, en compañía de mi esposa
Carmen, por el salón náutico de Barcelona y me tropecé con una embarcación de
unos siete metros, de diseño clásico pero fabricada en fibra de vidrio y
aparejada con una vela cangreja.
Me encantó la barquita y me pareció ideal para la
familia.
Pero al tiempo tenía presente la embarcación V13
de quince metros de eslora y veintidós toneladas de desplazamiento, que había
visto en el puerto de Barcelona, medio hundida, al pie de la torre de san Sebastián.
En aquel momento me planté la alternativa de elegir
la barquita pequeña para disfrutarla con la familia o el barco grande, para
dedicarlo a labores sociales.
Ya he comentado mi vocación de maestro, que no llegué
a ejercer, para dedicarme a la economía y a la biología.
La cuestión es que en aquel momento decidí que la
pedagogía debía ir por delante y elegí la V-13 como proyecto de barco.
Debía decir mejor como proyecto de vida, que es lo
que fue en realidad y por lo que cometí un error que arrastraría el resto de mi
vida.
Sí la V-13 me trajo muchas satisfacciones y
experiencias personales, pero visto desde la perspectiva del tiempo fue un
craso error de elección, que solo puede ser atenuado, por el bien que haya
podido hacer a algunos de los miles de niños que pasaron por los programas
docentes que llevé a cabo con ese barco, ya con el nombre de CRIS l.
La sociedad española no estaba preparada para acoger
programas docentes desde esa perspectiva. De hecho, no estaba ni está preparada
para acoger ningún programa docente, ni nada que sepa a cultura.
La sociedad española es una masa encandilada por el fútbol,
la gastronomía de hamburguesa y kebab y el ocio sórdido y de masas.
Con semejante ambiente, tuve que pasar una gran
parte del tiempo dedicado al barco, en superar palos en las ruedas que venían
de las autoridades o del pueblo llano.
Para poner un ejemplo muy docente de lo que era esa
gente, puedo decir que cuando acabe de construir el que sería el primer
arrecife artificial español, las autoridades de marina de Madrid, pusieron en
la carta náutica de la zona del arrecife, fondo sucio, en lugar de arrecife
artificial, reserva natural, fondo protegido o zona
silvestre de repoblación, por ejemplo. No, para el funcionario de Madrid,
que probablemente solo habría visto el mar en películas, no se le ocurrió otra
cosa que poner fondo sucio. A partir de ahí, te puedes imaginar las
perrerías que me harían desde las administraciones, en cualquier paso que tenía
que dar.
Elegir la labor social, como hice en aquel salón
náutico, fue una elección a ciegas, romántica y precipitada.
El mismo CRIS, la entidad que dio nombre al CRIS 1.
me dio completamente la espalda, salvo con la valiosa e insustituible
colaboración personal de su presidente, Alfonso Ferrer, sin la que no habrían
prosperado la mayor parte de los proyectos del barco escuela. Entonces el Cris
era Ferrer, aunque eso no quita que pueda decir con toda propiedad, que el Cris
me dio la espalda, pues eran persona física y jurídica distinta.
Hoy el que fuera el CRIS 1, se dedica al
turismo, después de haber sido rebozado por una sustanciosa subvención de la
Generalidad. El turismo es una labor mucho más fructífera que la docencia, lo
que ya sabía desde el principio. Pero que nunca se me habría ocurrido elegirla.
Esto añade méritos a los programas pioneros que
realice con el CRIS 1, pero con el tiempo he descubierto, que nunca tuve
vocación de pionero sino de maestro.
Sintetizo aquí una vasta historia de mi lucha con la
V-13 que podrás leer con más detalle y enjundia en mis memorias, si las
llego a acabar y lo más difícil, si las llego a editar.