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lunes, 1 de septiembre de 2025

Costa Rica. Excursión por la selva.

 

A Angelines.

 

Estando en Costa Rica, tuve ocasión de hacer una pequeña excursión por la selva, con un guía. El paseo consistía en subir a un collado, desde el que se debía ver una buena panorámica de la selva al otro lado del monte. Éramos un grupo de quizá diez personas, de la que un servidor era la de más edad y además llevaba bastón. El bastón es un elemento muy útil, que desde la antigüedad se ha utilizado por su practicidad y contemporáneamente, además por su estética. Para los más simples, el bastón es solo un complemento para andar.

El grupo al que me refiero, estaba formado por adultos de alrededor de los treinta años, equipados con prendas del Coronel Tapioca, una tienda similar a la actual Decathlon, pero con más estilo y mejor calidad. Todos con pantalón corto. El guía que aparece en la foto, es un buen ejemplo del aspecto del aventurero medio de aquel grupo.

Antes de iniciar el ascenso por una fuerte pendiente más de barro que de tierra, el guía le dijo al grupo que tenían que templar sus fuerzas, porque iban con una persona mayor, lo que enfatizó señalándome a mí.

Inicié el ascenso a mi ritmo, procurando asentar bien los pies para evitar resbalar en el barro y utilizando el bastón como utilizaba el piolet en montaña. Al poco dejé de ver al grupo.

Subía sin prisas y sin retroceder por resbalones, hasta que llegue a un sitio despejado desde el que se veía al otro lado una gran extensión de selva y el meandro de un ancho rio.

Pensé que aquel debía ser el destino pues ya todo bajaba y no se veía senda clara.

Estuve alrededor de media hora contemplando el paisaje, hasta que vi aparecer por el sendero de subida, a los primeros aventureros, renqueantes y entre ellos el guía.

Desde el cerro.


Nadie me comentó nada. Pensé que por faltarles el resuello o sorprendidos por verme allí.

Me sentí divertido por haberles sacado media hora de camino.

Creo que el guía no me dijo hola al llegar.

Nos reunimos todos allí. ¡Oh que bonito! y bajamos.

Tuve dos experiencias con los guías costarricenses, que me confirmaron su gran amor por el dólar, en detrimento por el descuido en las formas y competencias.

Por lo que a mi intendencia respecta, en aquella excursión perdí entre el barro, el tope del bastón, que repuse luego sin problemas ya en Barcelona, pues es una medida estándar, como lo es el propio bastón.

Tengo otros bastones más elegantes y refinados, pero son para ocasiones de más protocolo.

Si hay tiempo y humor, en otro momento relataré otra experiencia divertida con otro guía nativo.


sábado, 30 de agosto de 2025

Hacía tiempo que no nos veíamos...

 

Ojeador, o vistante, o lector… hace días que quería presentarte a esta gatita.

Pero ha sido una semana muy larga y hasta que no ha llegado el sábado no he tenido ocasión.

Gatita, lector.

Lector, gatita.

Ya la conocías, pero muy de refilón.



martes, 26 de agosto de 2025

Costarricenses.

 

Unicornio y niños. Foto: Libre en internet.

No me gustan los habitantes de Costa Rica. Creo que su gentilicio, es costarricenses.

Son guapos, inteligentes, educados, sonrientes, listos, altos, perspicaces, aventajados y maravillosos, como unicornios sobre el arco iris.

Pero no me gustan, porque debo tener muy mal gusto, lo que es un problema mío, no suyo.

No me gustan porque en el trato, me da la impresión de que todo su mundo gira en torno al dólar.

No me gustan, porque me da la impresión de que excluyen de cualquier relación humana, todo lo que no tenga relación directa con el dólar.

No me gustan, porque me da la impresión de que, como niño quinceañero que no se despega de su teléfono móvil, son incapaces de despegarse del dólar.

Sí, lo pueden dejar colgado de la percha en su americana cuando salen a la calle, pero anímicamente siguen colgados de la misma percha que la americana.

Y si eso es así, tal como me parece, prefiero un dólar que es más cómodo de llevar y más seguro; porque un dólar es un dólar y todos sabemos lo que es un dólar.

Pero así, visto de repente, nadie sabe lo que es un costarricense.

Ni lo que es un somalí, ni lo que es un inuit, ni lo que es un habitante de Albarracín.

Sin embargo, todos sabemos, con un mínimo riesgo de equivocarnos, lo que es un dólar.

Entre otras cosas, por eso nos gusta el dólar.

Porque sabemos exactamente, cuánto vale y para qué sirve.


lunes, 25 de agosto de 2025

Todavía no había escrito sobre incendios.

 

Incendio en la Sierra Litoral.

No es que no me importe que España esté ardiendo por la incompetencia de los españoles y la de sus dirigentes.

Me destroza el corazón.

Pero como la monja que viéndose impotente frente a la maldad del mundo no ve más consuelo que rezar, a un modesto servidor, frente a su incapacidad de luchar contra el fuego, no le queda más que pensar en que la naturaleza, a la larga, destruirá al hombre y a toda su miseria.

Y a toda su grandeza.

Porque el mismo destino es el de los rascacielos de América, que el de las catedrales de Europa.

He perdido en mi vida zonas queridas, por incendios especulativos.

Cuando vivía en Almería, me contaban los de allí que, en muchos casos, eran los propios miembros de las cuadrillas de extinción de incendios, los que provocaban los fuegos para ganar más salarios.

Cuando iba a la Sierra de Gredos, esperaba con ilusión a que llegara un recodo del camino en el que el bosque y el agua, enmarcaban una humilde casita blanca sobre una roca.

Hasta que dejó de haber bosque y casita. No sé si sigue el agua, pues también están destruyendo presas.

Es una imagen que ya solo queda en mi recuerdo.

Antes he dicho incompetencia.

Eso no es grave, porque es relativamente fácil hacer un competente de un incompetente.

Pero debía haber dicho maldad y eso sí que es grave, porque no es fácil hacer un hombre bueno de uno malo.

Y cuantos se juntan incompetencia codicia, locura y maldad, no no hay nada que hacer, salvo sacar de la circulación al codicioso, al incompetente, al loco y al malo, sea moro o sea cristiano.

Nota: si te fijas, veras un hidroavión y un helicóptero de extinción de incendios. El fuego  es en Cataluña. Todo es poco.



domingo, 24 de agosto de 2025

Caléndulas amarillas.

Caléndulas amarillas.

Traigo hoy a la caléndula para dar un toque de color al blog.

Es una planta que abarca varias especies, todas ellas bonitas y aunque no es de origen mediterráneo, tiene una gran dispersión en toda la cuenca mediterránea.

Ya he hablado del color amarillo en el blog. Quizás no un color óptimo porque, entre otras cosas, atrae insectos incómodos como moscas y mosquitos.

Pero a pesar de todo me gusta el color amarillo y la estética geométrica de las caléndulas, de las que también ya había hablado en el blog.

Hoy he sido corto, bueno quiero decir muy escueto, porque corto lo soy a menudo.


El color amarillo y la historia.


 Rosa amarilla.


Taxis amarillos.


Otra caléndula.



sábado, 23 de agosto de 2025

Zanahoria y cicuta.

 

Probablemente, zanahoria silvestre, Daucus carota.

La primera vez que vi esta inflorescencia, iba con alguien que conocía un poco de plantas y me dijo; eso es cicuta. Enseguida pensé en Sócrates y me hice una película.

Cuando la vi de nuevo, la tomé como zanahoria silvestre, muy parecida a la zanahoria comercial, pero en raquítico.

Estuve confundido un tiempo, hasta que me documenté y conocí que la zanahoria silvestre es muy parecida a una de las dos especies de cicuta que se encuentran en la Península Ibérica.

Tanto la zanahoria silvestre como la cicuta son tóxicas en distinta medida y condición, pero como habrás visto, no entro en el blog en asuntos polémicos que rondan la toxicidad de medusas, setas, plantas o cualquier otra cosa que no haga pupa por verla, pero que puede hacerla por comerla o tocarla.

Por cierto, he encontrado en YouTube unos vídeos firmados por un profesional de los cultivos que firma como Jairo, que encuentro muy interesantes, didácticos y documentados.

Podrías buscar uno en el que habla de la zanahoria silvestre, por ejemplo.

Ten siempre presente, que, en la naturaleza como en casa del vecino, se mira, pero no se toca.



jueves, 21 de agosto de 2025

Fecha de caducidad y la condición de racional.

 

A los caducados.

Torre Colón y monumento a Colón. Barcelona.

Detalle de la vista de la fachada marítima de Barcelona, desde mi nido de trabajo.


No es un secreto en la naturaleza, que el tiempo nos deja a todos calvos. De hecho, hay un principio en economía, que dice; a largo plazo, todos calvos.

Excepto las langostas y algunos gusanos, que algunos aseguran, son inmortales (ni las piedras son inmortales).

Pero hay una diferencia radical entre los animales racionales y los irracionales.

Empecemos por los más sencillos, los irracionales.

Cuando caducan, la naturaleza los ignora, se mueren y son pasto de nueva vida.

Sin embargo, nosotros, cuando caducamos, la sociedad nos ignora, pero algunos juegan al mus, al dominó, o a la petanca y siguen cobrando la pensión y viajando con el IMSERSO, hasta que, por fin, son pasto de nueva vida.

En definitiva, todos hacemos lo mismo, pero los racionales con más rodeos.

Buscando otros motivos gráficos, he encontrado en lo que queda de mi archivo fotográfico, unas imágenes de la Torre Colón en Barcelona, donde, en la planta 21 ó 22 tenía, en una de mis épocas profesionales florecientes, mi despacho.

No entro en detalles del edificio, pues era una aberración urbanística, probablemente ilegal.

Mi despacho tenía ventanales al mar y a la montaña y mi personal dependiente, estaba separado de mi generoso espacio vital privado, por una pecera, como en las emisoras de radio.

No sé si era un jefe querido, pero cometía todo género de pecados veniales, para que el personal que dependía de mí, tuviera la vida laboral lo más plena posible.

No era gratis.

Como contrapartida, ellos alargaban sus horarios cuando se lo pedía y no refunfuñaban nunca frente a cargas de trabajo imprevistas. Todavía los recuerdo a todos con afecto y agradecimiento.

Una vez me costó un expediente administrativo defender a una buena funcionaria, de una acusación abusiva, técnicamente cierta, (con matices), pero moralmente abusiva.

Los políticos me miraron mal, pero mis compañeros se pusieron de mi parte, con lo que el expediente me causó gozo en lugar de pena.

Ahora estoy escribiendo esto como un canto a la caducidad.

Los irracionales como mi perro, que tiene más años que el Canal de Isabel II, está pasando en sus últimos años durmiendo, comiendo y descomiendo; vegeta.

Sin embargo, un servidor, que está más machacado que un palo de bolos, puede contar batallitas loando su situación o, por lo menos, tomándosela a broma.

Lector cuida tu cuerpo, para que cuando llegue su momento, no seas el elefante enfurruñado que no encuentra su cementerio, ni la barracuda malhumorada y agresiva, que deja mal a sus compañeras, colgándoles el san Benito de peligrosas.

Izda., edificio de la autoridad portuaria de  Barcelona. Detrás monumento a Colón y al fondo, torre Colón.