Washingtonia robusta. |
Washingtonia robusta. |
Esto es una palmera. Es una
obviedad, porque todos las conocemos.
Ésta crece en un agradable paseo
marítimo, con bancos en los que nos podemos sentar para tomar el sol y
descansar.
Me senté en uno de los bancos, que
tenía delante la palmera y quieras que no, me puse a mirarla y a pensar en
ella.
¿La palmera es un árbol? Es lo
primero que me pregunté después de mirármela durante un rato.
Hay algo que resulta evidente y es
que la palmera no tiene ramas, como los árboles.
Las hojas son muy peculiares, pero eso no es importante, porque están adaptadas a recibir mucho sol y a evitar la evaporación del agua a través de su superficie.
También hay árboles con hojas de esas características.
Son hojas coriáceas y que pinchan, por lo que no resultan muy golosas para los
animales que se alimentan de hojas, lo que es bueno para la palmera, qué
mantendrá más tiempo sus hojas intactas.
Pero hay otro aspecto de la palmera, evidente pero no intuitivo, que la hace distinta del árbol.
Lo vi enseguida, pero me costó más razonarlo; la palmera es muy alta pero su grosor es igual en todo su tronco.
Un árbol muy alto suele ser muy grueso, pues ha crecido a lo largo ya lo ancho.
Pero una palmera muy alta no es muy gruesa, o
por lo menos no tiene el grosor que se debería esperar para esa altura.
¿Qué ocurre con el tronco de la
palmera?
Algo ocurre cuando, por lo pronto
los que saben de plantas, al tronco de la palmera no le llaman tronco, sino
estipe o estípite.
Y es que el tronco de las palmeras
no tiene crecimiento secundario (a lo ancho), sino simplemente crecimiento
primario (a lo alto).
Puedes pensar, ¡menudo
inconveniente! Pero no.
Ésta y otras características anexas muy relacionadas, permiten que las palmeras puedan vivir lugares donde no pueden vivir los árboles.
Por ejemplo en esas playas tropicales de calendario
de cocina, donde soplan vientos fortísimos, que darían con cualquier árbol en
el suelo, pero que no pueden con las
palmeras que se defienden flexionando de una forma increíble, que solo vemos en
otras plantas como las gramíneas, por ejemplo.
Profundizando en estos detalles
podríamos llevarnos todo el día y hacer de esta entrada un libro. Pero no tengo
resuello para ello.
Quedo tranquilo, por ahora, porque
creo que te he dado suficientes elementos como para que profundices. Todavía
haré D. v. otra entrada sobre el tronco de las palmeras, pero por hoy lo
dejo.
Espero que te haya interesado el
tema y te despierte el suficiente interés como para buscar información más
detallada.
Ah! Un consejo. Cuando vayas con
alguien y veas una palmera muy alta, no se te ocurra decir; ¡que estípite más
alto tiene esa palmera! Los que te oigan, pensarán que eres un pedante.
Puedes decir tranquilamente; ¡qué tronco más alto tiene esa palmera! Y luego explicar lo del estipe.
Puedes ver unas imágenes de la palmera, aquí.
Si buscas Palmera en el buscador del blog, encontrarás más información interesante sobre ella.
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