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martes, 7 de abril de 2020

“El día del salto”.

La Tierra y la Luna: Foto, gentileza Nasa.

No tiene necesariamente ser malo el estar engañado: conocí a una señora que le decía a su pareja, “no me importa que me engañes, pero no me lo digas”. Un destacado político me decía, en relación al comportamiento de sus colegas; “no es deseo de mentir, es que para la paz social es mejor que la gente no lo sepa”.

Pero todo tiene un límite. Acabo de leer en Internet que “el parón de la actividad humana está cambiando el movimiento de la Tierra”. Y no puedo dejar que el lector de este blog caiga en el embrutecimiento intelectual al que nos está llevando esta campaña de visión homocéntrica del mundo: A este paso, lo siguiente será  convocar el “día del salto”, al que estaremos llamados todos los terráqueos para saltar al unísono y cambiar así la órbita de la Tierra.

No, querido lector. Una erupción volcánica provoca más emisiones tóxicas que años de circulación rodada consumiendo combustibles fósiles. Es más, la respiración de todas las hormigas del planeta produce más anhídrido carbónico que años de esa misma circulación.


Las emisiones de la explosión del volcán Krakatoa (Indonesia 1883) cubrieron durante meses medio planeta ¡y se podían medir hasta tres años después! Y las emisiones del volcán Eyjafjallajökull (Islandia, 2010), paralizó el tráfico aéreo en el Norte de Europa. ¿A cuantos siglos de tecnología humana pueden equivaler semejantes erupciones? Probablemente, sólo esas a más de las emitidas por el hombre desde la Revolución Industrial. O sea, que “¡menos lobos, Caperucita!” ¿Quiere decir esto que nos podemos relajar y echar a dormir? ¡No, en absoluto! Oí en una clase al Dr. Margalef Sr. el ecólogo español más importante, con renombre internacional, que el hombre nunca destruiría la Naturaleza, pues hay bacterias sulforeductoras que viven en ambientes extremadamente hostiles. De ello concluí que la Naturaleza puede estar tranquila, que esas bacterias pueden estar tranquilas. El que ha de estar preocupado es el hombre, que puede acabar malviviendo en un mundo sin la belleza y la biodiversidad del que conocemos.

La energía de la Tierra en su rotación y desplazamiento es tal que hace impensable jugar con ese dato para contar a escala humana: Me recuerda la historia del asistente a una charla sobre astronomía en la que el conferenciante dijo que a la Tierra sólo le quedaban cuatro mil millones de años: el fulano se levantó lívido y preguntó con voz quebrada; “¿Cuánto dice que le queda?” “Cuatro mil millones de años”, le contestó el conferenciante, a lo que el fulano se sentó más tranquilo, diciendo con voz calmada; “¿qué susto, había entendido cuatro millones de años!”

Querido lector No seas tan idiota como ese ciudadano. Lo que parece absurdo, suele ser absurdo. Hace poco leí que la tierra está cambiando su declinación. Eso sí puede ser cierto y razonable y puede inducir cambios climáticos de todo género, de hecho las estaciones anuales  tal como las conocemos son cosa de hace “cuatro” días. Pero es una causa razonable y posible, por descontado al margen de la actividad humana.

Queda dicho. Medita lector sobre lo que te he comentado y consulta tus dudas puntuales en  Wikipedia. A ver si llegas a mis mismas conclusiones.


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