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jueves, 23 de noviembre de 2023

Jazmín brasileño. (Mandevilla sanderi).

 



Jazmín brasileño. (Mandevilla sanderi). La foto la tomé en el convento. Una flor roja representa amor verdadero.

Este fin de semana he ido a un monasterio de monjas de clausura, al entierro de una de ellas, nonagenaria.

Llevaba, 61 años rezando en él.

La conocía y me pareció que debía asistir.

No doy ninguna importancia a la muerte en sí, pues es algo natural por lo que todos debemos pasar.

Doy más importancia, a los efectos colaterales de la muerte, o a sus secuelas.

Me explico.

Si la persona que se va, tenía a otras dependientes de ella que quedan desamparadas, eso me preocupa, pues vivimos en un mundo muy insolidario y egoísta.

No es el caso de la hermana, pues vivía en una comunidad imagino que, con sus defectos, pero presidida por el amor trascendente.

También me afecta la muerte de personas con allegados que no ven más allá de lo inmediato y perecedero.

Pues esos allegados van a sufrir mucho la ausencia de su ser querido.

No entenderán nada y sufrirán por la pérdida de esa tenue corteza.

No es el caso que nos ocupa.

En este caso nuestra hermana vivía rodeada de personas trascendentes, con el alma puesta en algo que está más allá de la muerte.

Y por fin, otra cosa que me preocupa, la principal, es el destino de esa alma inmaterial e intemporal que no muere con el cuerpo, que es materia putrescible y temporal.

La ciencia tiene estudiada la materia y puede explicar mucho de ella.

Hoy, con la física cuántica, se logra profundizar más.

Eso es bueno.

Pero, ¿qué pasa con eso que la ciencia, el sentido común y la genética saben que existe, pero no controlan porque no lo saben medir?

Con la muerte la materia acaba, pero nuestra parte no material queda fuera del tiempo y del espacio.

¿Qué es de ella?

La humanidad se lo ha preguntado, siempre sin saber responder.

O sí.

Ya en los neandertales se han observado liturgias funerarias, elementales, pero indicio de que su naturaleza humana les daba una respuesta a esa pregunta.

Con el desarrollo de la vida, el hombre ha ido obteniendo más respuestas y en consecuencia, ha acomplejado esos ritos a medida  que aumentaba el conocimiento, al principio sólo intuitivo, de la trascendencia.

Los egipcios ya tenían una verdadera teología de la muerte, hablando de ¡un juicio final y de un premio y de un castigo a las obras terrenales de cada individuo!

Almas personalizadas.

Eso me preocupa de la muerte. Paradójicamente, la vida.

La vida que le ha precedido.

¿Estaba mi hermana, preparada para el viaje?

Probablemente sí.

¿Estará un servidor, preparado para el viaje?

Eso es lo que me importa de la puñetera, e insalvable muerte.


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