Páginas

miércoles, 18 de octubre de 2023

Queche Ciutat de Badalona.

Queche Ciutat de Badalona.

El otro día me embarqué con compañía, para disfrutar de un paseo y de un baño en el mar.

Preparé un desayuno abundante, para bien agasajar a la compañía.

La mañana apareció muy nublada junto a la sierra, pero como viene pasando últimamente, despejó al correr la mañana.

La mar estaba rizada.

El parte meteorológico, daba una mar combinada en la que se cruzaban mar de fondo de poniente con mar de viento de levante.

Casi todo salió mal.

No hubo baño por culpa de mi despiste al tener puesto el chip de relacionar el calor con el baño y el día no era caluroso.

También salió mal el descubrir la evidencia de que la gasolina estaba a cerca de dos euros el litro en la gasolinera del puerto.

Creí que con cien euros iría sobrado, pero no me llegó más que a los cincuenta litros de combustible.

Sin embargo, algo salió bien; me quedaron ensaimadas, croissants y bebida de chocolate, para desayunar el resto de la semana.

Y lo mejor de todo, ¡me crucé con un barco de época aparejado de queche, navegando con las velas desplegadas!

Eché en fata las escandalosas, pero sin tripulación profesional es mucho pedir.

El porte del barco era hermoso y romántico.

Aprovechando el feliz encuentro, le pedí a Antonio que obtuviese algunas escenas del barco navegando.

Así lo hizo, como pudo y de mala manera, pues a pesar de que íbamos relativamente despacio, la barca parecía una batidora.

Podía haberme acercado mucho más al queche, revoloteando a su alrededor.

Mi primer barco tenía cien años y desplazaba 22 toneladas. Ya he hablado de él en el blog.

Cuando navegaba con las velas al viento, me importaba mucho que piraguas, barquitos, motos de agua y windsurfistas se acercaran demasiado.

No sabía la cantidad de sentido común tenían las cabezas de quienes las gobernaban.

Una vez, un windsurfista me cruzó la proa rozándola, ¡para el idiota caerse ahí! ¡Menudo susto me llevé!, aunque no pasó nada más grave!

Poniéndome en la piel del patrón del queche, me mantuve lejos de su barco para no importunarle.

En eso se fue la mañana.

No hubo baño.

Creo que mis invitados se fueron a la playa, aunque la despedida fue precipitada. Esas despedidas siempre son precipitadas.

Luego, como manda el protocolo, escribí un wasap para ver como había ido el baño.

Pero debí hacerlo mal.

A veces creo que hago bien una cosa y ni tan siquiera la he hecho.

Soy un desastre.

Voluntarioso, pero un desastre.


 Aquí puedes ver unas imágenes del barco navegando.


No hay comentarios:

Publicar un comentario