Ayer fui al médico. No estoy especialmente mal. Estoy como siempre, pero me dio un pronto masoquista y me dije ¿Qué puedo hacer? ¿Me machaco un dedo con la puerta?, me hago un maratón de telediarios?... No eso es demasiado. Me Iré al médico. Y me fui.
Es bueno hacerse un chequeo de vez en cuando, pues la naturaleza bien mirada, empieza por uno mismo.
Tenía
día y hora desde hacía un mes, pero tuve que esperar en la antesala, cuarenta y
cinco minutos. Es una práctica habitual en la clase médica privada, hacer
esperar a sus pacientes como signo externo de su autoestima y demanda.
En la
espera me dio tiempo a pensar porqué a todos los médicos se les llaman doctor,
cuando un doctor es un licenciado, que al acabar la carrera realiza el
doctorado.
A un
biólogo o a un abogado sólo se le llama doctor, cuando han realizado el
doctorado.
Sin embargo,
a todos los médicos se les llama por defecto doctor, hayan hecho o no el
doctorado.
Por
eso, digo que me fui al médico, que no sé si doctor.
Cuarenta
y cinco minutos mirando la jeta con mascarilla de otro masoquista, son muchos
minutos. Sufrí mucho. Lo pasé fetén.
Me arruinó mi sesión de masoquismo una llamada telefónica de José, con el que hablé de genética y botánica.
Noté que las enfermeras al verme animado y
entretenido me miraban mal. Pero no me importó porque sus miradas me hacían
sufrir.
Por
fin me tocó ver al médico: Buenos días, siéntese, me dijo tras su
mascarilla. No quería problemas y me senté.
Consultó
sus notas, pero a pesar de ello, no atinó a quién era yo ni a lo que iba, a
pesar de que me había citado él en la visita anterior.
Miró la analítica que le llevaba e iba rumiando..., bien..., no, no…, mal…, no
bien... sí.. bien...
Me
tuvo en vilo hasta que me di cuenta de qué iba.
Yo
le importaba un pimiento y le estaba ocupando un tiempo precioso para él, pues
iba con mucho retraso.
Me
levanté y le dije; en fin, que estoy bien, gracias a Dios. Hasta
la vista.
Me
acompañó a la puerta y habló con una señora o señorita que estaba fuera y me
dijo; para la próxima visita entiéndase con ella.
Pensé;
me ha hecho esperar un montón, pero me ha organizado una cita. ¡Menudo
detallazo! Mas ó menos, me ha compensado la espera.
Creo
que la próxima vez me visitaré con el dotor de mi pueblo, que no sé si
será tan ilustre, pero me quiere más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario