¡Stop, caracol! |
Una mano fuerte y autoritaria ha gritado:¡Stop,
caracol!
Pero el caracol no ha hecho caso.
Ha seguido, lento, su rumbo y ha sobrepasado la
mano.
O la mano aplasta al caracol, o le deja
hacer.
¿Qué sentido tiene aplastarlo? Ninguno.
Dejarlo hacer nos proporciona un entretenimiento inocente e inocuo.
Imponernos a la Naturaleza suele acabar mal.
Es más inteligente e instructivo, encauzarla y respetarla.
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