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Entrada al recinto. Foto: Antonio Asensi. |
En el corazón de Malta se encuentra una
extraordinaria transformación: una antigua cantera agreste se ha convertido en
el Patrimonio de Piedra Caliza, Parque y Jardines, un lugar que fusiona el
esplendor natural y la riqueza cultural de la isla. Este lugar, mucho más que
una simple atracción turística, es una celebración de la tradición y la
innovación, especialmente famoso por su huerto de cítricos repleto de vibrantes
limoneros y naranjos. Aquí comienza la cautivadora historia de la elaboración
del limoncello, una tradición que fusiona la esencia de los limones de Malta
con técnicas ancestrales.
Así empieza la página web de una empresa que
comercializa limoncello, un licor que conocí en Caserta (Italia) y que
es tan bueno como peligroso por su alta graduación alcohólica. Sólo me mojé los
labios, pues soy abstemio total, en mi juventud por ideología y hoy, además,
por salud.
Pero no soy tonto. También era vegetariano y cuando
me preguntaban si no me gustaba el jamón serrano, aclaraba; claro que me
gusta, soy vegetariano, no tonto. Una cosa son los valores, otra el
paladar.
Aplico el mismo razonamiento al limoncello.
Esta entrada no es una apología al licor, sino al
esfuerzo de un ciudadano que ha creado un rincón encantador con un gusto
exquisito, un vergel, donde produce este complemento gastronómico.
Cuando en el crucero me ofrecieron esa visita,
estuve a punto de desecharla. Me hubiera arrepentido. Además, vi una pequeña
exposición de elementos de cantería y un espacio de venta de recuerdos, con
cuatro cosas, pero elegidas con el criterio y gusto de una persona interesante,
o por lo menos con unos gustos afines a los míos.
No me alargo, que sé que las letras tienen pocos
amigos.
Jardines. A la derecha, bajo el roble?, zona de degustación. Jardines. Zona de degustación. Jardines. Jardines, zona de degustación. Jardines. Cascada. Foto Antonio Asensi.
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