La semana pasada cerré el círculo de mi aventura con el
Centro de Recuperación e Investigaciones Submarinas (CRIS), que se inició
en mil
novecientos setenta y pocos, cuando fui nombrado Director de su Departamento de Biología y miembro del Consejo de Redacción de la
revista "Buceo".
En el mismo año creé
la revista Cuadernos de Biología Marina,
publicación en color con contenidos divulgativos sobre biología marina,
oceanografía y medio ambiente.
También fui miembro de la Junta directiva del
Centro, siendo un verdadero incordio para el entonces presidente Alfons
Ferrer, un empresario bueno y justo.
Poco antes había realizado mi curso
de buceador con escafandra autónoma. A partir de aquí colaboré intensamente con
ese Centro hasta poco antes de dejar la sociedad yéndome de pastor de cabras al
desierto de Almería, en 1990.
En pleno auge de esta relación que fue simbiótica, el Centro me dejó una antigua bandera bordada con su escudo para que ondeara
en el buque escuela CRIS 1.
Ondeó en el barco en contadas ocasiones porque ni la tela ni
el bordado eran adecuados para darle semejante uso, pero la he tenido
cuarenta años guardada a buen recaudo, hasta que circunstancias concretas me
han hecho ver que ya era hora de que volviera a quien me la dejó en custodia y
nunca me la reclamó.
No me ha sido fácil que sus legítimos progenitores la acogieran en su seno, pero no se me podía pedir más como casa de acogida.
Y por
fin, tras varios intentos frustrados ya está en su lugar.
No ha significado nada especial guardar esa tela durante
tantos años pero me reconocerás, lector, que cuanto menos ha sido un nexo físico sutil que ha reforzado la relación
emotiva que pudiera existir.
El acto de entrega lo realicé en el actual local social del
CRIS.
Fue absolutamente informal y lo único que me permite mencionar la
metáfora de “cerrar el círculo” es que se la entregué a la persona que estaba al
pie del cañón del CR.IS en el momento en que se me dejó en
custodia esa tela bordada, y que lo sigue estando ahora.
Me refiero a Alfredo, reliquia en excelente forma física y mental, y aún hoy alma
de este Centro.
Ha habido muchas más personas importantes en el CRIS, pero
“la persona” que simboliza el trabajo discreto, constante, fiel, eficiente y
tenaz es sin duda alguna, Alfredo.
Alfredo, aquí tienes ese trapo remendado pero limpio, que a
pesar de mil vicisitudes, he podido mantener hasta traerlo de nuevo a casa.
Probablemente esa tela y este acto no signifiquen nada
para la mayoría, pero es que tú y yo somos antiguos y nos van los símbolos.
Eso sí,
cuídala porque no está para muchos trotes, como nosotros.
Postdata, a día de hoy (2022.11.13):
De esa bandera no he vuelto a tener noticia.
Hice la fotografía para que quedara constancia del acto, pero conociendo al CRIS, sabía que a esa donación seguiría un si te he visto no me acuerdo. Como así ha sido.
Tras cuarenta años de conservarla a recaudo, cometí el error de devolverla a su decadente propietario.
Pero
pudo más en mí, hacer lo que debía, que hacer lo que convenía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario