Páginas

domingo, 29 de diciembre de 2019

La bandera del C.R.I.S. y Alfredo, su abanderado.


Arriba, de izquierda a derecha; Alfredo (aguantando la bandera), tras ella, asoman dos señores o señoras muy guapos, con gafas de sol y a la derecha dos testigos del acto. El escudo sobre la pared es el de la Federación Catalana de Actividades Subacuáticas, entidad anfitriona.


La semana pasada cerré el círculo de mi aventura con el Centro de Recuperación e Investigaciones Submarinas (CRIS), que se inició en mil novecientos setenta y pocos, cuando fui nombrado Director de su Departamento de Biología  y miembro del Consejo de Redacción de la revista "Buceo".

En el mismo año creé la revista Cuadernos de Biología Marina, publicación en color con contenidos divulgativos sobre biología marina, oceanografía y medio ambiente.

También fui miembro de la Junta directiva del Centro, siendo un verdadero incordio para el entonces presidente Alfons Ferrer, un empresario bueno y justo.

Poco antes había realizado mi curso de buceador con escafandra autónoma. A partir de aquí colaboré intensamente con ese Centro hasta poco antes de dejar la sociedad yéndome de pastor de cabras al desierto de Almería, en 1990.


En pleno auge de esta relación que fue simbiótica, el Centro me dejó una antigua bandera bordada con su escudo para que ondeara en el buque escuela CRIS 1.

Ondeó en el barco en contadas ocasiones porque ni la tela ni el bordado eran adecuados para darle semejante uso, pero la he tenido cuarenta años guardada a buen recaudo, hasta que circunstancias concretas me han hecho ver que ya era hora de que volviera a quien me la dejó en custodia y nunca me la reclamó.

No me ha sido fácil que sus legítimos progenitores la acogieran en su seno, pero no se me podía pedir más como casa de acogida.

Y por fin, tras varios intentos frustrados ya está en su lugar.

No ha significado nada especial guardar esa tela durante tantos años pero me reconocerás, lector, que cuanto menos ha sido un nexo físico sutil que ha reforzado la relación emotiva que pudiera existir.

El acto de entrega lo realicé en el actual local social del CRIS.

Fue absolutamente informal y lo único que me permite mencionar la metáfora de “cerrar el círculo” es que se la entregué a la persona que estaba al pie del cañón del CR.IS en el momento en que se me dejó en custodia esa tela bordada, y que lo sigue estando ahora.

Me refiero a Alfredo, reliquia en excelente forma física y mental, y aún hoy alma de este Centro.

Ha habido muchas más personas importantes en el CRIS, pero “la persona” que simboliza el trabajo discreto, constante, fiel, eficiente y tenaz es sin duda alguna, Alfredo.

Alfredo, aquí tienes ese trapo remendado pero limpio, que a pesar de mil vicisitudes, he podido mantener hasta traerlo de nuevo a casa.

Probablemente esa tela y este acto no signifiquen  nada para la mayoría, pero es que tú y yo somos antiguos y nos van los símbolos.

Eso sí, cuídala porque no está para muchos trotes, como nosotros.

Postdata, a día de hoy (2022.11.13):

De esa bandera no he vuelto a tener noticia.

Hice la fotografía para que quedara constancia del acto, pero conociendo al CRIS, sabía que a esa donación seguiría un si te he visto no me acuerdo. Como así ha sido.

Tras cuarenta años de conservarla a recaudo, cometí el error de devolverla a su decadente propietario.

Pero pudo más en mí, hacer lo que debía, que hacer lo que convenía.


La bandera del CRIS ondeando en el buque escuela CRIS 1, que está amarrado en el puerto de Barcelona. También ondea la bandera scout, pues estábamos realizando una actividad de ese grupo. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario