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En las dos fotos, Asensi practicando escalada en la "Germana
Gran" (Sot del Bac, Figaró) (fotografías: Javier Aguilar).
Es el año 1960, creo.
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Arriba,
de izquierda a derecha, Asensi, Aguilar e Infiesta en
el refugio "Costabona" en los Pirineos. (Fotografía: muy
probablemente de Bartolomé Puiggrós).
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Foto: Internet.
Arriba, Leiva y Asensi en una cavidad en Calpe (Alicante), de un fotograma de "Fuentes bajo el mar". (Foto: Carmen Galante).
Arriba, Asensi buceando en un pecio en Calpe (de un fotograma de "Fuentes bajo el mar". (Foto: Buque escuela CRIS1).
Este
blog no se subtitula “Cuaderno de un naturalista”, porque esos
cuadernos son algo que muchos naturalistas llevan a mano para anotar e ilustrar
sus observaciones. He visto al natural “cuadernos” muy bonitos y he visto en la
bibliografía, “cuadernos” históricos.
Titulé
esto con;“ Notas de un naturalista”, porque así me distancio del
“cuaderno” tradicional con observaciones concretas e ilustraciones “ad hoc”.
El concepto de “notas“me deja horizontes más amplios e ilustraciones a mi criterio.
Ahora
bien, sí, soy un naturalista, o eso creo.
Un
naturalista es un observador de la naturaleza. Como derivada, quien pasa su
tiempo observando, es porque lo que observa le gusta. Gustar es un sentimiento
muy difuso y elemental, pero, si le añadimos el conocimiento adquirido a través
de la observación inteligente y documentada, nos lleva inexorablemente a amar.
Amar es un sentimiento que no necesita correspondencia y que lleva a cuidar.
Creo
que podemos decir que el naturalista es un amante de la naturaleza. Eso le
distingue de otros que observan y conocen pero no cuidan, como por ejemplo un prospector
de yacimientos petrolíferos, por poner un ejemplo. O de quienes gustan y
conocen, pero lo utilizan para soportar
ideas de otro género, como los ecologistas. O de quienes gustan, conocen
y además aprovechan, como los cazadores o los recolectores de setas. Un naturalista en la
dimensión que presento no obtiene rendimiento material ni alguno de su amor a
la naturaleza, que no sea la mera satisfacción afectiva o intelectual.
Tampoco
es un científico. El científico hace ciencia. Si no la hace no es científico.
Un naturalista no tiene porque hacer ciencia, aunque a veces lo parezca porque
al divulgar lo parezca.
Muy
puntualmente he hecho ciencia y no es lo mío; me resulta aburrido, laborioso y
se necesita un carácter que no tengo, porque no soy científico, sino
naturalista. Por eso veo nítidamente la diferencia. El científico es como un
mercenario de la naturaleza. Puede tener resultados buenos pero los motivos son
egoístas, por ejemplo una beca de investigación, que es su modo de vida, su
salario.
Por
eso no mato a un animal o a una planta para identificar la especie, ni pongo
publicidad en el blog, ni dejo de escribir porque no venda. El amor a la
naturaleza del naturalista debe estar por encima del rendimiento material de
ese amor.
Si
analizas el rebaño de individuos que dicen luchar por la naturaleza, que hablan
desde la política o los medios verás, lector, cuanto charlatán, vividor y
oportunista hay. Así le va al mundo natural en el momento de la Historia en el
que más se habla de “proteger al medio ambiente”.
Un
naturalista ha de estar preparado para acceder a todos los lugares de la
naturaleza, en función de sus posibilidades. Por lo menos para echar un vistazo
a casa ambiente.
Por
eso me inicié en su día en la escalada en la escuela de escalada “Sot del
Bac” en “Figaró”, o
en la alta montaña en el Pirineo, o en el buceo con escafandra autónoma
en el C.R.I.S., o en la espeleología en el “Espeleo Club de Gràcia”.
No He destacado en nada, pero he vivido hasta mis menguados límites los
ambientes donde se desarrolla la vida. Hay que infundirse del espíritu de la
naturaleza para saber al sentir, el vivir.