Sorpresas de Navidad. Foto: María Asensi. |
He escrito varias veces y en otros lugares, sobre
las mascotas.
No doy las citas porque mi criterio tenía
variaciones que, aunque fueran de matiz, resultaban suficientes como para quienes
las leyeran pensaran; ese tío no sabe lo que se dice.
Efectivamente, soy tío y abuelo y aunque sabía lo
que me decía, no lo expresaba de forma adecuada.
Y además me autocensuraba, qué es la peor de las
censuras.
Quiero de nuevo hablar de las, mascotas.
...Un consejo permitid,
En nombre de la piedad
de la que soy adalid
Por abad y por edad...
El problema no está en la mascota, sino en su
titular.
La relación amo–mascota, puede equipararse a la de docente discente, en los humanos, con la diferencia sustancial de que cuando el discente es racional es libre de actuar.
Cuando el discente es irracional, no
tiene esa libertad y hace lo que el amo le enseña y su instinto no alcanza a
desobedecer.
Un amo estúpido, enseñará estupideces a su mascota y
esta las aprenderá, siempre y cuando estén dentro del ámbito de lo natural.
Quizás más, si el estúpido es tenaz.
El animal o la planta que están bajo la tutela de un
humano, son expresiones del Creador, que los ha puesto a disposición del hombre
para que este se relacione con ellos de forma conveniente y adecuada a sus
estatus.
El hombre es tan animal que necesita al animal, a la
mascota, para modular su propia animalidad.
La mascota es como un banco de pruebas.
A nadie se le ocurriría usar una bella talla de
madera como combustible para una fogata en la que ha de cocinar sardinas o
costillas de cerdo.
Salvo que fuera un comunista o un talibán.
De igual manera, a nadie se le debería ocurrir dar
un trozo de pan a un hombre y una comida de gourmet a un perro.
Pero cuando las sociedades se desquician, han de
reiniciarse y para eso están las mascotas.
Están aceptadas socialmente o podríamos decir, son políticamente
correctas, por lo que sirven para calibrarnos sin enfados cuando nos estamos
pasando:
Si una persona saca la calle a su perrita con un
vestidito, calcetines y gorrita, siempre habrá un alma caritativa que le diga; te
estás pasando.
y la persona que se está pasando, sin ofenderse
demasiado, se planteará si verdaderamente se está pasando, probablemente para
llegar a la conclusión de que efectivamente se está pasando.
Y si una persona se gasta más dinero en su perro que
en Cáritas, cuando vea la acción social de Cáritas se podrá dar
cuenta, de que algo está haciendo mal.
Si una persona maltrata a su mascota, siempre habrá
alguien que se lo recrimine o que lo denuncie o que le haga ver que eso está
mal,
con lo que la persona maltratadora tendrá motivo
para pensar si maltratar es adecuado o inadecuado.
Salvo que sea un cernícalo irreductible.
En resumen, que el Creador nos ha puesto las
mascotas con su pincelada creativa, para que nos sirvan de banco de pruebas de
nuestras obras.
Porque más vale aprender a no maltratar, con una
mascota, que con una persona.
Habré vuelto a expresarme fatal.
Pero el lector del blog es inteligente y capaz de
entender mis divagaciones y extender su alcance.
No hay comentarios:
Publicar un comentario