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sábado, 31 de mayo de 2025

Llevar una Dieta sana.

 

La variada, sana y sabrosa dieta mediterránea.

No soy del ramo. Lo aquí digo es una experiencia personal.

Tengo una edad solvente y mi analítica es buena en todos los aspectos básicos. Estoy dentro de lo normal.

Hasta los veinte largos, fui vegetariano, no por cuidarme, sino por amor a los animales. Aunque comía huevos y queso y bebía leche.

Eso resulta incoherente, pero era hasta donde podía llegar.

Era goloso en exceso, lo que todavía está a tiempo de pasarme factura.

Bebía refrescos, la mayoría carbonatados.

Siempre he tomado varios yogures al día y he procurado levantarme de la mesa con hambre. Creo que es este un consejo de Séneca, que siempre me he aplicado.

Pronto dejé los dulces, reservándolos solo para celebraciones y en forma muy comedida.

Cero golosinas sintéticas y mierditas similares.

Ya no tomo refrescos carbonatados incluida el agua con gas, que me chiflaba, porque creo que el gas perjudica a la circulación venosa.

No bebo zumos empaquetados, porque llevan mucho azúcar. Cuando me apetece zumo, como, por ejemplo, el de naranja en el desayuno, si es de tetrabrik, lo rebajo al 50% con agua, para beber más con menos azúcar; algún médico me ha dicho que bebo poco y es cierto. Y también como poco. A veces. Puedo pasar un día sin comer, o dos, pero no por afán de hacer dieta, sino porque me lo pide el cuerpo; a lo sumo, una o dos galletas María y el agua que me apetece.

Como de todo lo que me gusta, pero con la precaución que comentaba de no hincharme.

No como ni pico entre comidas, salvo que me encapriche de alguna tontería testimonial. Si me costara esfuerzo no lo haría, pero mi cuerpo se ha habituado a eso.

Creo que comer insectos como comida habitual es antinatural en nuestra especie. Y que hacerlo como experiencia, es una estupidez.

La civilización judeocristiana de la que disfrutamos hoy, se ha basado en lo que conocemos como dieta mediterránea, que es natural, sabrosa y sana.

Soy totalmente abstemio, aunque reconozco el valor dietético de la cerveza y del vino, pero no le gustan a mi paladar.

No fumo y procuro hasta el extremo no ser fumador pasivo.

Tomo la medicación imprescindible, eludiendo la superficial, como los analgésicos y todos aquellos fármacos, que simplemente sirven para sentirse mejor en constipados u otras dolencias leves. Eso ha hecho que pase momentos incómodos en gripes o con dolores de cabeza, pero tiene la ventaja de que cuando recurro a ellos me hacen un efecto muy bueno, pues el cuerpo no está habituado.

Veo que hay muchas personas que tienen problemas intestinales o de evacuación. Nunca ha sido mi caso y como los judíos ortodoxos, agradezco cada día a Dios que me facilite esa función.

Si alguna vez he cometido exceso en algo, la naturaleza me ha pasado factura.

Por eso creo que la síntesis de esa entrada es que se puede llevar una vida sin privarse de nada, siempre y cuando todo se haga medido y escuchando al cuerpo.

Hay otro factor en el que no entro por su complejidad, que es el aspecto psicológico, qué va íntimamente unido al físico.

Por mucho que se regule la dieta y el modo de vida físico, de poco servirá si no hay un equilibrio en la mente y en el alma.

Aunque como te he dicho ese es un tema muy complejo que tengo siempre presente, pero que no me apetece entrar a comentarlo aquí y ahora.

Paella en un crucero por el Nilo.


Cocina para vagos.



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