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jueves, 7 de agosto de 2025

Celebrity Edge, el barco que me llevó a las islas Cícladas. 1.

Celebrity Edge, con la Magic Carpet, arriba del todo.

 

Celebrity Edge. Imagen de su publicidad.
Imagen y texto de Wikipedia.



Celebrity Edge, con la Magic Carpet, a ras de agua.

Celebrity Edge, con la Magic Carpet, en la cubierta superior. Al fondo Mykonos.

No voy a dar rodeos, fue el Celebrity Edge, un barco de bandera maltesa, construcción francesa y propiedad estadounidense. Arriba lo ilustro un aspecto general, reproducido de su propia publicidad. Hubiera hecho yo mismo la fotografía cenital, pero tengo el helicóptero en el taller.

Prácticamente estrenaba el crucero, pues llevaba pocos años de servicio.

Estrenar es malo, porque te encuentras con todos los defectos innatos de una cosa nueva, pero usar un barco nuevo, tiene las ventajas de estrenar sin sorpresas. Por eso Jeeves el mayordomo de Wooster, utiliza durante un tiempo la ropa recién comprada de su señor, para que este no tenga que sufrir la incomodidad de estrenar. Ambos son personajes del genial escritor británico Wodehouse.

El Celebrity Edge está considerado como un barco de lujo. Es prácticamente una ciudad en la que viven alrededor de tres mil personas. Puede considerarse un disparate, pero yo lo consideré una experiencia.

Los interiores eran efectivamente lujosos, por eso me contrastó más, que fueran cerrando los comedores a medida que pasaban dos días y que la comida fuera cayendo en picado, hasta el punto de que el penúltimo día de viaje, tuve que pelearme con unas ¡pechugas de pollo! y ni aun así no puede comérmelas.

No entiendo de comidas y por descontado no soy un gourmet. De hecho, para mí la comida se divide entre la que me gusta y la que no me gusta y entre que se puede comer fácil y he de pelear para comerla. Lo primero queda claro, lo segundo debo explicarlo. Me gusta comer pizza en casa, porque la corto con unas tijeras de cocina. No me gusta comer pizza en un restaurante, porque tengo que pelearme con ella armado de tenedor y cuchillo, contra una pasta incortable. Si la pizza viene cortada, entonces sí que me gusta la pizza de restaurante.

Por esa sencilla regla, no me gustan los crustáceos, sean humildes gambas o la regia langosta.

Por eso cuando digo que tuve que pelearme con unas pechugas, digo mucho para un tipo de barcos en que la comida es uno de los desahogos del pasaje, en singladuras que para los que no están acostumbrados, se hacen interminables.

Por cierto, solo tomé pizza un día y me fue suficiente como para no volver a probarla.

Por mucho lujo u ostentación en elementos no perecederos, como esculturas alfombras o moquetas, un crucero no es nada si no ofrece un buen condumio.

El Celebrity Edge es un barco de ostentación no de lujo.

Además, ir cerrando restaurantes a medida que transcurre la travesía e ir rebañando las despensas hasta tocar su fondo, no es lujo, es racanería.

No me llamó la atención el personal ni los servicios, que encontré a nivel de otros hoteles de su categoría.

Es decir, no puedo comparar con otros cruceros de su estilo, porque no conozco otros.

Lo que sí puedo hacer es dar mi modesta opinión, sobre lo que me pareció este, sin entrar en muchos detalles para no aburrir.

Hay una oferta que sería injusta dejarla pasar.

Se trata de una cubierta que se desliza desde el nivel del mar hasta la cubierta diecisiete. La llaman Magic Carpet. Esta espectacular innovación tecnológica, creo que es única de este buque. En Google puedes encontrar información sobre ella y para ayudarte a su comprensión, te traigo aquí y probablemente en otros lugares del blog, imágenes.

Lo cierto es que además de su utilidad práctica, para embarcar y desembarcar en los botes auxiliares cuando se van a realizar visitas, tiene una utilidad lúdica interesante pues se puede visitar durante las travesías y utilizar como atalaya, para descubrir detalles inéditos de los lugares donde está atracado el barco.

En fin, que, aunque me meta con sus comidas, lo cierto es que tener una ciudad para distraerte durante el viaje es algo útil e interesante.

Acabo con tanta prosa y paso las imágenes, que una imagen vale más que mil palabras.

Pero no esperes mucho, porque esto no es el reportaje de un barco, sino una macedonia de cromos.








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